Desde el espectáculo de samba de Río hasta la elegancia enmascarada de Venecia, explora 10 festivales únicos que muestran la creatividad humana, la diversidad cultural y el espíritu universal de celebración. Descubre…
Granada, capital de la provincia homónima en Andalucía, España, alberga 227 383 habitantes en su término municipal (231 775 si se considera la jurisdicción más amplia) y ocupa un enclave estratégico a 738 metros sobre el nivel del mar, a los pies de Sierra Nevada. Enclavada en la confluencia de los ríos Darro, Genil, Monachil y Beiro, pertenece a la comarca de la Vega de Granada y se encuentra a apenas una hora por carretera de la Costa Tropical mediterránea. Su proximidad a la estación de esquí de Sierra Nevada, sede del Campeonato Mundial de Esquí Alpino de la FIS de 1996, da testimonio de su singular confluencia de geografías montañosas y marítimas.
Las llanuras de la Vega de Granada, alimentadas por las aguas de deshielo que descienden de Sierra Nevada y sus sierras subsidiarias, se extienden hacia el oeste a través de Archidona y Antequera y hacia el este hacia Guadix, Baza y Huéscar. El río Genil divide el tejido urbano en un eje este-oeste, mientras que el Monachil lo une al oeste; en conjunto, estas vías fluviales han dotado al terreno circundante de una fertilidad suficiente para el cultivo de cereales, caña de azúcar y tabaco, así como para olivares, cítricos y granados, de ahí el escudo heráldico de la ciudad. El clima se caracteriza por un verano soleado mediterráneo —con máximas promedio de 34 °C en julio y oleadas ocasionales de más de 45 °C durante el verano de 2017— y un invierno fresco y húmedo, marcado por heladas nocturnas y nevadas esporádicas.
La evidencia arqueológica confirma la presencia humana en la ladera del Albaicín ya en el siglo VII a. C., seguida posteriormente por asentamientos íberos, romanos y visigodos. Sin embargo, fue durante el siglo XI, bajo la taifa zirí de Granada, cuando el núcleo actual adquirió relevancia urbana dentro de Al-Ándalus; posteriormente, durante dos siglos, el Emirato Nazarí estableció aquí su capital, forjando un sistema político que perduró hasta la conquista de los Reyes Católicos en 1492. La reconfiguración cristiana de la ciudad se desarrolló gradualmente a lo largo del siglo XVI, a medida que las mezquitas se convertían en iglesias parroquiales y los vestigios de las instituciones islámicas —bimaristas, baños turcos y cortes palaciegas— se reutilizaban dentro de un orden cristiano naciente.
La superposición de estratos arquitectónicos da testimonio de esta sucesión: los palacios nazaríes de la Alhambra, con sus mosaicos de azulejos, estucos tallados y bóvedas de mocárabes, se alzan junto a la austeridad renacentista del palacio incompleto de Carlos V; los artesanos mudéjares aportaron techos de madera y ladrillo ornamental a los edificios del siglo XVI, mientras que los siglos posteriores añadieron la exuberancia barroca y la extravagancia churrigueresca tanto a catedrales como a edificios cívicos. En el Albaicín, vestigios de las murallas ziríes del siglo XI y las fortificaciones nazaríes del siglo XIV se fusionan con iglesias renacentistas ubicadas sobre antiguos recintos de mezquitas; los cármenes —casas tradicionales con huertos amurallados— encierran mansiones de la época nazarí como la Casa de Zafra y la Dar al-Horra.
Como centro educativo moderno, la Universidad de Granada atrae a casi 47 000 estudiantes de grado en sus cinco campus, lo que define el perfil demográfico de la ciudad, donde aproximadamente el 3,3 % de los residentes carece de nacionalidad española, siendo el mayor contingente sudamericano. Desde la década de 1990, la ligera migración hacia las ciudades suburbanas ha moderado el crecimiento urbano; sin embargo, el equilibrio municipal se mantiene inclinado hacia una mayoría femenina del 53,85 %, mientras que los hombres representan el 46,15 % de la población.
Los barrios de Granada evocan su complejo pasado y presente. El Realejo, antaño el barrio judío bajo el dominio nazarí, ahora se despliega como una sucesión de villas —Los Cármenes— cuyos patios ajardinados se abren a estrechas callejuelas. En la Cartuja, el monasterio cartujo, construido en estilo gótico tardío y exuberantemente adornado en estilo barroco, comparte el distrito con edificios de la época universitaria. En Bib-Rambla, la puerta homónima, antaño conocida como Bab al-Ramla, ahora anuncia terrazas gastronómicas y el bazar de estilo árabe de la Alcaicería. El Zaidín, antaño de clase trabajadora y ahora en ascenso en popularidad, alberga un mercadillo los sábados donde los vendedores ofrecen productos, textiles y diversas curiosidades; sus residentes incluyen comunidades del norte y oeste de África, China y Latinoamérica. Situado sobre el río Darro, el Sacromonte sigue siendo sinónimo de las viviendas rupestres gitanas y de la Zambra Gitana (la danza flamenca con influencias de Oriente Medio) y se conserva como entorno cultural gracias al Centro de Interpretación del Sacromonte.
En el ámbito agrícola, el interior de Granada produce cebada, trigo, caña de azúcar y tabaco, además de aceitunas, cítricos, higos, almendras y granadas; la refinación de azúcar persiste en su sector manufacturero, y la viticultura contribuyó a un total de exportaciones de aproximadamente 1.300 millones de dólares en 2020. La llegada de un metro de una sola línea en septiembre de 2017 —inicialmente iniciado en 2007, pero retrasado por la recesión económica— conecta Granada con Albolote, Maracena y Armilla, mientras que los autobuses locales y del aeropuerto, operados por empresas como Transportes Rober y Alsa, prestan servicio en rutas intraurbanas e interurbanas. Las conexiones ferroviarias abarcan servicios de corta, media y larga distancia, incluyendo los trenes AVE de alta velocidad vía Antequera-Santa Ana; los taxis, que se distinguen por su librea blanca con una franja verde, facilitan los desplazamientos dentro de la ciudad. Los viajeros dedican una media de 42 minutos diarios al transporte público, con una espera de unos diez minutos en las paradas y un recorrido de unos 2,7 kilómetros por trayecto.
Español En lo alto de la colina de la Sabika, la Alhambra domina vistas panorámicas de Granada y Sierra Nevada; comenzada en 1238 por Muhammad I Ibn al-Ahmar sobre fortalezas anteriores, evolucionó durante los reinados de Yusuf I y Muhammad V en una ciudad real autónoma, completa con mezquita, baños, talleres, curtiduría y redes hidráulicas. Sus principales palacios (Mexuar, Comares, el Palacio de los Leones y el Partal) y la fortaleza de la Alcazaba se unen dentro de patios adornados con motivos geométricos y vegetales, entrelazados con inscripciones árabes. Después de la Reconquista, la Alhambra se convirtió en la corte de los Reyes Católicos (donde Colón recibió su encargo) y vio adiciones renacentistas, notablemente el palacio de Carlos V y el Salón de las Vestiduras de la Reina. El abandono y la demolición parcial del sitio por las tropas francesas en 1812 dieron lugar al redescubrimiento del siglo XIX por viajeros románticos como Washington Irving; Las restauraciones sistemáticas persisten hasta el presente, manteniendo su estatus de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1984.
Hacia el este, el palacio de verano del Generalife, inicialmente diseñado por Muhammad II y Muhammad III, conserva patios con jardines nazaríes flanqueados por pabellones, que antiguamente conectaban con la Alhambra mediante un corredor amurallado. Las intervenciones españolas del Renacimiento, complementadas con los "Jardines Nuevos" del siglo XX, reflejan influencias italianas y árabes. La catedral de Granada, erigida sobre la Mezquita Nazarí a principios del siglo XVI, pasa de una ambición gótica inicial a una estética plenamente renacentista bajo el mandato de Diego Siloe, con su planta de cinco naves y girola inspirada en Toledo. Adornos barrocos como el rediseño de la fachada de Alonso Cano en 1664 y el tabernáculo de Hurtado Izquierdo en 1706 se despliegan entre columnatas corintias y techos abovedados. Junto a ella se encuentra la Capilla Real, de estilo gótico isabelino, iniciada en 1505 por Enrique Egas y posteriormente enriquecida con sepulcros renacentistas y arte de los siglos XVII y XVIII, que alberga a Fernando e Isabel junto a Juana de Castilla y Felipe I.
Otros vestigios del patrimonio espiritual y cívico de Granada incluyen las mezquitas convertidas en iglesias que se conservan en el Albaicín, la Abadía del Sacromonte y las Colegiatas, fundadas en el siglo XVII para albergar reliquias controvertidas, y el Convento de San Jerónimo. La Cartuja, iniciada en 1506 sobre una almunia rica en agua, se desarrolló a lo largo de tres siglos por iniciativa de Gonzalo Fernández de Córdoba; su portal plateresco conduce a un patio con columnas dóricas y a una iglesia cuyo tabernáculo y sancta sanctorum barrocos personifican el arte español, con sus maderas doradas y cúpulas con frescos que evocan el triunfo eclesiástico. Una nueva mezquita, consagrada en 2003 en el Albaicín, alberga a unos 500 fieles. Su diseño, obra de Renato Ramírez Sánchez, se realizó tras años de deliberación y fue financiada con donaciones de Europa y el mundo árabe. En la Carrera del Darro, el Palacio renacentista del Marqués de Salar alberga hoy el museo El Patio de los Perfumes, sus patios perfumados con historia y esencias botánicas.
Los museos y monumentos de Granada se extienden más allá de estos lugares emblemáticos: el Corral del Carbón, del siglo XIV; los fondos arqueológicos del Palacio de Castril; el Museo de Bellas Artes; los baños medievales El Bañuelo; los restos de la Madraza; el Hospital de San Juan de Dios; y el Palacio de los Olvidados, que confronta el legado de la Inquisición. Desde 1988, un monumento honra a Judah ben Saul ibn Tibbon, lo que subraya la herencia plural de la ciudad.
El patrimonio culinario de Granada refleja las costumbres árabe-judías de Andalucía: especias como el comino, el cilantro, la canela y la miel impregnan sopas y guisos, mientras que la influencia cristiana posterior a la Reconquista otorgó al cerdo un papel destacado. Las alubias con jamón, la tortilla del Sacromonte (con sesos y ternera) y las papas a lo pobre (patatas con huevo, pimientos y dados de cerdo) dan testimonio del ingenio rural. Potajes contundentes (el potaje de enero de San Antón, la col, las judías verdes con hinojo, el cardo y las cazuelas de calabaza) mantienen el vigor invernal. Los dulces, muchos de ellos ideados por monjas conventuales, abarcan desde pestiños y mantecados hasta aljojábanas y panes de higos, mientras que el jamón de Trevélez y la charcutería de la sierra siguen siendo preeminentes. De manera única, la cultura de tapas de Granada prescribe pequeños platos de cortesía con las bebidas, lo que da lugar a una velada de bar en bar que es tanto un ritual social como una búsqueda gustativa.
En el ámbito del ocio, Granada perpetúa la tradición viva del flamenco a través de las zambras del Sacromonte —ceremonias nupciales gitanas renovadas que se celebran en cuevas— y los tablaos formales del Albaicín. Festivales anuales de música, danza, jazz, cine y tango animan el Auditorio Manuel de Falla y el Palacio de Congresos, mientras que las fiestas religiosas, civiles y culturales salpican el calendario con procesiones, conciertos y celebraciones al aire libre. Así, a través de sus ríos y colinas, palacios y patios, Granada se presenta no como un cuadro fijo, sino como un palimpsesto viviente: una ciudad cuyas capas de imperio y su decadencia, cuyas narrativas humanas y entorno natural, se fusionan en una forma urbana singular que continúa evolucionando al ritmo de la historia.
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