Precisamente construidos para ser la última línea de protección para las ciudades históricas y sus habitantes, los enormes muros de piedra son centinelas silenciosos de una época pasada.…
España se presenta como una extensión de 505.992 kilómetros cuadrados en el sur y oeste de Europa, extendiendo su soberanía sobre la mayor parte de la Península Ibérica, los archipiélagos Baleares y Canarias y los enclaves autónomos de Ceuta y Melilla en el norte de África, y, con una población estimada de 49.153.849 habitantes en 2025, se sitúa como el cuarto estado miembro más poblado de la Unión Europea; su capital, Madrid, alberga una constelación de ciudades importantes que incluyen Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Murcia y Palma de Mallorca, cada una de las cuales contribuye al dinámico tapiz demográfico de la nación.
Español Desde sus primeros mapas como un sistema político transcontinental a caballo entre Europa y África, la topografía de España ha exigido una fascinación duradera entre cartógrafos y viajeros por igual; allí, los Pirineos delinean una formidable frontera noreste con Francia y Andorra, mientras que la larga e ininterrumpida frontera de 1.214 kilómetros al oeste define su frontera compartida con Portugal. El Macizo Ibérico, con sus altas mesetas, conocidas como la Meseta Central, dividida por el Sistema Central, cede gradualmente a la Cordillera Cantábrica en el norte y al Sistema Bético en el sur, donde la cumbre de 3.478 metros del Mulhacén y el pico volcánico activo del Teide a 3.718 metros se alzan como testimonios monumentales de las fuerzas geológicas. Ríos como el Tajo, el Ebro, el Guadiana y el Guadalquivir esculpen valles fértiles y llanuras aluviales, el mayor de los cuales se encuentra en Andalucía, uniendo la tierra en una red de vías fluviales que han sostenido civilizaciones sucesivas; Más allá de éstas se encuentran las islas dispersas del mar Balear y del Atlántico —entre ellas Mallorca, Menorca, Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura— cada una de ellas dotada de estructuras de gobierno autónomas que reflejan el reconocimiento de las particularidades insulares en la Constitución española.
Climáticamente, España presenta una sorprendente variedad de zonas: el tipo mediterráneo predominante se manifiesta tanto en las regiones de veranos cálidos (Csa) de Andalucía, Extremadura y el interior de Castilla, como en los enclaves de veranos cálidos (Csb) de las mesetas del centro-norte y las zonas lluviosas de Galicia; las extensiones semiáridas abarcan el sureste de Murcia y los territorios valencianos, mientras que el régimen oceánico Cfb templa el verde País Vasco, Cantabria, Asturias y partes de Galicia y Navarra. A mayor altitud, se imponen las variantes alpinas y continentales, y las tierras bajas áridas de las Islas Canarias, cuyos meses más fríos promedian más de 18 °C, se acercan a la sensibilidad tropical, aunque se mantienen dentro de los límites de la aridez predominante. La creciente preocupación por los cambios climáticos ha impulsado la transición energética de España hacia fuentes solares y eólicas, motivada por las proyecciones de olas de calor más frecuentes, episodios de sequía exacerbados y tensiones concomitantes sobre los recursos hídricos que podrían redefinir los patrones agrícolas y los equilibrios hidrológicos.
Desde la promulgación de su Constitución de 1978, España ha evolucionado hacia una democracia parlamentaria laica bajo una monarquía constitucional presidida por el rey Felipe VI. Este Estado de las Autonomías otorga una amplia autonomía legislativa y ejecutiva a diecisiete comunidades autónomas y dos ciudades autónomas, algunas de las cuales, como el País Vasco y Navarra, conservan plenas prerrogativas fiscales derivadas de sus fueros. Cada comunidad, organizada en provincias y municipios, administra la sanidad y la educación y, en varios casos, comanda fuerzas policiales especializadas —la Ertzaintza del País Vasco, los Mossos d'Esquadra de Cataluña y la Policía Canaria, entre ellas—, lo que subraya la asimétrica descentralización que define la gobernanza altamente descentralizada de España. A pesar de ello, las competencias nacionales se mantienen, sustentadas por un sólido marco constitucional diseñado para equilibrar la unidad y la diversidad regional.
En términos económicos, España ocupa la duodécima posición a nivel mundial en términos de producto interior bruto nominal, superando el billón de dólares anuales, y se sitúa como la cuarta economía más grande de la eurozona. Un paradigma de mercado mixto, que incorpora prestaciones sociales e intervención estatal estratégica, sustenta una base industrial diversa, con el sector de la automoción representando su orientación exportadora: en 2023, España fabricó 2,45 millones de vehículos, exportó más de 2,1 millones de unidades y representó el 18 % de las exportaciones nacionales; el superávit exterior resultante de 18 800 millones de euros reforzó el apoyo del sector a casi dos millones de empleos, o aproximadamente el 9 % de la fuerza laboral. Al mismo tiempo, la clasificación de España como economía avanzada por parte del Fondo Monetario Internacional y la designación de economía de altos ingresos por parte del Banco Mundial reflejan una expansión constante; de hecho, en 2024 se convirtió en la principal economía avanzada de más rápido crecimiento a nivel mundial, con tasas de crecimiento que casi cuadruplican las de la eurozona en su conjunto.
El turismo constituye un pilar fundamental de la renta nacional, y España recibió la asombrosa cifra de 94 millones de visitantes en 2024, generando unos 126 000 millones de euros en ingresos por turismo internacional. Sus múltiples atractivos —costas bañadas por el sol que se extienden por el Mediterráneo y el Atlántico, ciudades históricas con un rico patrimonio arquitectónico y una infraestructura de transporte bien desarrollada— han catapultado a España al segundo puesto mundial en llegadas de turistas, solo superada por Francia. La Organización Mundial del Turismo, con sede en Madrid, es un testimonio de la centralidad de España en el discurso turístico mundial. Si bien los meses de verano atraen a las multitudes a monumentos andaluces como la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba, las estancias fuera de temporada recompensan a quienes buscan climas más suaves y un menor volumen de visitantes, lo que permite una inmersión contemplativa en los sitios monumentales y los ondulantes viñedos del interior.
La red de transporte de España sigue siendo preeminente en Europa, con las líneas ferroviarias de alta velocidad más largas del continente (3973 kilómetros en febrero de 2025) que conectan Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga y Zaragoza a velocidades operativas cercanas a los 330 km/h. Entre sus pares globales, solo la red de China supera a la de España en longitud, y la reconocida puntualidad del servicio de alta velocidad español (98,5 % de puntualidad) es superada solo por el Shinkansen japonés. El sistema de carreteras, coordinado centralmente, se extiende desde Madrid a través de seis autopistas principales, complementadas con vías que trazan los litorales atlántico, cantábrico y mediterráneo. La infraestructura de aviación comprende 47 aeropuertos públicos, de los cuales Madrid-Barajas gestionó 60 millones de pasajeros en 2023 (el decimoquinto a nivel mundial y el tercero dentro de la Unión Europea) y Barcelona-El Prat, con 50 millones de viajeros.
Demográficamente, la densidad de población de España, de 97 habitantes por kilómetro cuadrado, es inferior a la de la mayoría de los países de Europa occidental, con una distribución predominantemente centrada en los corredores costeros y la conurbación madrileña. Sin embargo, las tasas de fecundidad han descendido a 1,12 hijos por mujer en 2023 —muy por debajo de los niveles de reemplazo— y confieren a España una de las poblaciones más envejecidas del mundo, con una edad media de 43,1 años. Los españoles nativos constituyen aproximadamente el 80,7 % de los residentes, mientras que los inmigrantes —que representan más del 19 % de la población— proceden principalmente de Latinoamérica (39 %), el norte de África (16 %) y Europa del Este (15 %), con flujos adicionales de África subsahariana y Asia. Este mosaico demográfico, enriquecido por los antiguos lazos de la diáspora y el pluralismo cultural, ha impregnado los centros urbanos de España de heterogeneidad lingüística, culinaria y social.
El tejido cultural de España está entrelazado con milenios de corrientes religiosas, imperiales y artísticas. La Iglesia Católica, fundamental para la identidad medieval y moderna de la península, ha legado un legado arquitectónico de catedrales, monasterios y tradiciones procesionales. Las influencias moriscas perduran en palacios estucados, en particular La Alhambra, y en el estilo mudéjar, que fusionó principios estéticos islámicos, cristianos y judíos. El sucesivo ascenso de las formas renacentistas y barrocas dio lugar a grandes edificios eclesiásticos en Salamanca, Sevilla y Úbeda, mientras que el modernismo floreció en la Barcelona de principios del siglo XX bajo la dirección del visionario Antoni Gaudí. Arquitectos españoles contemporáneos, entre ellos Rafael Moneo, Ricardo Bofill y Santiago Calatrava, han alcanzado reconocimiento internacional, elevando aún más el perfil arquitectónico de España.
La expresión culinaria española se divide en tres tradiciones regionales principales: la costa mediterránea, donde predominan los mariscos y arroces como la paella y el arròs negre; Castilla Interior, caracterizada por guisos contundentes como el cocido madrileño y embutidos en conserva como el jamón ibérico; y el norte atlántico, donde los guisos a base de pescado —entre ellos el caldo gallego y el marmitako— y el jamón lacón ligeramente curado celebran la abundancia oceánica. El aceite de oliva del país, cultivado en las soleadas huertas andaluzas, sirve como medio esencial tanto para cocinar como para dar sabor. Las festividades también marcan el calendario cultural: la procesión anual de San Fermín en Pamplona, el jolgorio de lanzamiento de tomates de La Tomatina, la pirotecnia de las Fallas de Valencia y las procesiones de Semana Santa de Andalucía ilustran la profundidad del ritual y la pompa comunales.
La España urbana rebosa de ciudades patrimoniales cuyos núcleos monumentales reflejan estratos de conquista, comercio y creatividad. Los arcos rojiblancos de Córdoba hablan del esplendor califal; la Catedral y el Alcázar de Sevilla evocan sus conexiones portuarias con las Américas durante su época dorada; las sinuosas callejuelas de Toledo evocan su papel medieval como capital visigoda y luego castellana; y Santiago de Compostela sigue siendo el santuario culminante del Camino de Santiago, con sus fachadas románicas que rezuman solemnidad sagrada. En el norte, el Museo Guggenheim de Bilbao —un emblema revestido de titanio del renacimiento posindustrial— se encuentra junto al barrio medieval de Vitoria-Gasteiz; el Barrio Gótico de Barcelona ofrece claustros abovedados góticos y fachadas modernistas en un único cuadro urbano.
Los museos españoles, depositarios de su legado artístico, abarcan épocas que van desde las figuras alargadas de El Greco hasta las rupturas cubistas de Picasso y las distorsiones surrealistas de Dalí. El Museo del Prado de Madrid conserva colecciones reales, albergando obras maestras de Velázquez, Goya y Rubens, mientras que el adyacente Reina Sofía exhibe figuras del siglo XX, entre las que destaca el Guernica de Picasso. El Museo Picasso de Barcelona recorre la formación del pintor, y Málaga, cuna de Picasso, honra su legado con instituciones dedicadas. Figueres alberga el museo homónimo de Dalí, concebido por el propio artista, y el Guggenheim de Bilbao se ha convertido en un icono del arte y la arquitectura contemporáneos.
España, con su vasto territorio y su rica tradición, desafía cualquier resumen reductivo. Su identidad compleja —moldeada por las calzadas romanas, los reinos visigodos, los emiratos islámicos y las cortes de los Habsburgo— continúa evolucionando gracias a las fuerzas centrífugas de la autonomía regional y la fuerza centrípeta de la unidad nacional. La sucesión de estaciones revela nuevas facetas: la niebla invernal sobre Sierra Nevada, la profusión primaveral de almendros en flor en Mallorca, las aguas cristalinas del verano en la Costa Brava y la transformación cromática otoñal de los viñedos en La Rioja. En cada provincia y municipio, perdura el diverso patrimonio de España, invitando al viajero no a buscar secretos míticos, sino a observar con ojo informado la perdurable interacción entre pasado y presente en una tierra que permanece perennemente viva a su propio legado histórico.
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