La riqueza de Santorini proviene de su tierra volcánica. La gastronomía local es una celebración del sol, el mar y la sal, con algunos cultivos poco comunes que no se encuentran en ningún otro lugar. Los tomates cherry de Santorini (pequeños, dulces y aromáticos) incluso están protegidos por la DOP. Aparecen en domatokeftedes (crujientes buñuelos de tomate fritos), en ensaladas y en pastas secadas al sol. La fava, el cremoso puré de guisantes amarillos, es la salsa por excelencia de Santorini, a menudo rociada con alcaparras (que crecen silvestres en cada muro de piedra) o cebollas. No te vayas de la isla sin probar los tomatokeftedes y las favas, que, según muchos, definen el paladar local. Otras especialidades incluyen la berenjena blanca (una variedad local poco común), el apaki (cerdo ahumado) y el cherry (un pastel de queso kefalograviera con mástique y azúcar glas).
Comer en Santorini se trata tanto del ambiente como de la comida. Muchos restaurantes construyen terrazas en el acantilado. En Oia e Imerovigli, encontrará mesas al aire libre a pocos pasos de la caldera. Por ejemplo, Varoulko Santorini, en el Grace Hotel, ofrece menús de degustación de mariscos con estrella Michelin en una terraza junto al acantilado. En la capital, Fira, Selene se encuentra en una bodega del siglo XVIII y se especializa en cocina isleña reinventada con un toque gourmet. Otras tabernas de lujo incluyen Lauda y Roka en Fira, y el restaurante Vinsanto en Pyrgos, todas combinando pescado fresco e ingredientes santorinianos en platos innovadores. Familias y amigos suelen optar por delicias más sencillas: calamares a la parrilla y ensalada griega bajo el enrejado de Taverna Katina (Ammoudi), o vino local servido en jarra en Lotza (Imerovigli). Y cada noche, desde pequeños puestos callejeros hasta cafeterías, percibirá el aroma de la bougatsa y la baklava para esos antojos dulces nocturnos.
El vino es fundamental en la gastronomía de Santorini. La uva Assyrtiko, originaria de la isla y cultivada en viñas bajas y nudosas, produce vinos blancos frescos y minerales que refrescan y purifican el paladar. El terroir volcánico confiere a estos vinos una salinidad ahumada inigualable. Santorini también produce un vino de postre de cosecha tardía, el Vinsanto, envejecido en barricas de roble, una joya muy apreciada por los antiguos griegos. Entre los nombres más destacados se encuentra la cooperativa Santo Wines (en Pyrgos), que cuenta con una moderna terraza de catas con vistas a los viñedos. El cercano Domaine Sigalas es reconocido por haber elevado el Assyrtiko a la fama mundial. Otras bodegas de renombre son Venetsanos (Megalochori), construida en un acantilado escarpado con espectaculares vistas al mar; Gaia (Vothonas), conocida por su ecoarquitectura; Hatzidakis (Kamari); y Sigalas, entre otras. Un tour por los viñedos complementa a la perfección la puesta de sol: saboree un vino frío en una pérgola mientras el cielo se tiñe de rosa.
Vino y puesta de solNo es casualidad que muchos viñedos estén orientados al oeste. La fresca brisa vespertina de la caldera y el suave crepúsculo realzan la experiencia de cata. De hecho, las vides de Santorini se conducen tradicionalmente en coronas tipo cesta (kouloura) para proteger las uvas de los fuertes vientos meltemi. Tras una cata de vinos, los viajeros suelen brindar por la puesta de sol con una copa de Nykteri local (un Assyrtiko añejo) o Vinsanto, capturando así el alma de la isla en un plato y en una copa.