El código de vestimenta de Marruecos se entrelaza con un rico mosaico de fe, tradición y vida moderna. Una abrumadora mayoría de marroquíes son musulmanes sunitas, y el islam, la religión oficial del Estado, define las normas de modestia. Sin embargo, el estilo marroquí también refleja la herencia amazigh (bereber), la influencia andaluza y el legado colonial francés. En ciudades como Casablanca o Marrakech, hombres con trajes a medida se codean con jóvenes con vaqueros y chilabas; mujeres con caftanes y pañuelos fluidos se mueven entre otras con faldas o túnicas occidentales. En las aldeas rurales bereberes o en el Sáhara, los pañuelos y las túnicas con capucha son más comunes, como protección contra el sol, la arena y la tradición. Estas capas de identidad crean un código complejo pero fácil de entender para los viajeros: uno arraigado en el énfasis del islam en la modestia, atenuado por la cultura local y el clima cálido. Comprender las normas de Marruecos, desde las plazas cosmopolitas hasta los oasis de montaña, ayuda a los visitantes a vestir con respeto y a integrarse.
El compromiso de la sociedad marroquí con la modestia, compartido entre ambos géneros, se expresa en la vestimenta. En general, tanto hombres como mujeres se cubren los brazos y las piernas en público. Por lo tanto, los viajeros observarán abundantes evidencias culturales del islam, incluyendo la vestimenta tradicional, y se espera que vistan y actúen de acuerdo con las costumbres locales. Las mujeres (y los hombres) en Marruecos suelen usar prendas holgadas y largas: la chilaba, una túnica con capucha que llega hasta los tobillos, es omnipresente tanto para hombres como para muchas mujeres. Cubrirse la cabeza es común para las mujeres en las zonas rurales (el haik o melhfa), aunque ninguna ley marroquí obliga a las mujeres a usar velo. De hecho, las mujeres extranjeras no están legalmente obligadas a cubrirse la cabeza, y se puede ver a "mujeres con pañuelo y a mujeres sin él". (Los niqabs y los velos integrales son muy poco frecuentes). Los hombres suelen usar pantalones largos o serwal (pantalones anchos) y mangas largas; las tradicionales thobes o gandouras aparecen en círculos conservadores, pero muchos hombres jóvenes simplemente usan camisas y vaqueros de estilo occidental.
En Marruecos, el color y la forma pueden variar. La tradición amazigh (bereber) aporta patrones y tejidos vibrantes: los caftanes femeninos (vestidos largos y ornamentados) suelen lucir bordados y tonos brillantes, reflejo de siglos de comercio y artesanía. El famoso caftán marroquí, aunque de nombre similar a las prendas otomanas, llegó hace siglos a través de refugiados andaluces, antaño reservado para la realeza y ahora común en bodas y festivales. Otro ejemplo es el tagelmust o shmagh del desierto (una tela larga que se envuelve como turbante o velo) que se usa en el sur para protegerse de los vientos del Sahara. Las chilabas masculinas en las zonas rurales suelen venir en tonos tierra neutros (beige, gris) para controlar el calor; una capucha ancha (llamada qab) se puede colocar sobre la cabeza para protegerse de las tormentas o del sol intenso. En el Alto Atlas, las chaquetas tradicionales femeninas y los pantalones serwal de lana de punto ayudan a combatir el frío de la montaña. Aunque los marroquíes urbanos modernos suelen vestir camisetas, vaqueros o ropa de trabajo, la túnica en capas sigue siendo un símbolo de identidad nacional y comodidad en el variado clima de Marruecos.
Históricamente, la vestimenta marroquí evolucionó en la encrucijada de los imperios. El islam llegó en el siglo VII, introduciendo costumbres modestas de túnicas y pañuelos que se fusionaron con la vestimenta indígena amazigh. El caftán, por ejemplo, fue adaptado por los exiliados musulmanes andaluces, y para el siglo XV, los sultanes marroquíes evolucionaron hacia distintivos vestidos largos hasta el suelo. Incluso las prácticas babuchas de cuero y la chilaba con capucha fueron perfeccionadas por generaciones de habitantes del desierto y la montaña que se enfrentaban al calor, el polvo, la nieve y la arena. El dominio colonial francés (y en menor medida el español) del siglo XX añadió nuevas capas: se instó a la gente de la ciudad y a los funcionarios a adoptar trajes, faldas y sombreros occidentales para parecer "modernos". Aunque el dominio colonial terminó en 1956, la moda occidental persistió, especialmente entre las clases educadas y los jóvenes. Paradójicamente, muchos marroquíes hoy en día combinan estos legados: una joven en Marrakech puede lucir un caftán colorido para una fiesta, pero usar vaqueros ajustados y un pañuelo en la vida diaria. Las tendencias recientes incluso muestran un resurgimiento del legado: los diseñadores marroquíes fusionan con orgullo el bordado tradicional con cortes modernos. En resumen, la indumentaria marroquí actual refleja un diálogo entre la tradición y la moda global.