Mađarica encabeza la lista de postres de muchas familias croatas: una larga y pulcra lámina de hojaldre pálido envuelta en crema de chocolate negro, rematada con un glaseado suave que se corta en rectángulos perfectos. Se sirve en Navidad, Pascua, cumpleaños, bodas, santos y prácticamente en cualquier reunión donde varios pasteles compartan una bandeja abarrotada. En muchos hogares, la precisión de sus rayas y la delicadeza del bocado delatan la habilidad del pastelero tan claramente como cualquier tarta sofisticada.
El nombre en sí mismo despierta curiosidad. «Mađarica» significa literalmente «niña húngara» o «mujer húngara», un recordatorio de la larga y entrelazada historia entre las cocinas croata y húngara dentro de la antigua esfera austrohúngara. El pastel evoca otros postres de capas centroeuropeos, como los dobos o diversas natillas húngaras y austriacas, pero con el tiempo se integró firmemente en la tradición croata con sus propias proporciones, técnicas y sentido de la ocasión.
Estructuralmente, Mađarica es un estudio de repetición y sobriedad. Las capas de hojaldre, finas y bastante neutras, aportan una textura suave en lugar de un sabor intenso. Se hornean rápidamente en la parte posterior de una bandeja, permaneciendo pálidas y flexibles. Entre ellas se extiende una crema de chocolate cocida: a base de leche, espesada con harina y almidón, enriquecida con mantequilla y chocolate negro, a veces realzada con cacao, café instantáneo o un chorrito de ron. Una vez apilado, el pastel reposa durante muchas horas, a menudo durante la noche, para que la crema ablande las láminas de hojaldre y las capas se presionen entre sí. El toque final es un glaseado oscuro que se endurece formando una lámina suave y fácil de cortar.
Esta versión sigue la estructura habitual, pero se basa en algunas prioridades de la cocina de prueba. La masa lleva claras de huevo y crema agria, que mantienen las capas tiernas y permiten cortes limpios. El relleno combina harina y maicena para obtener una crema pastelera que espesa con facilidad sin volverse gomosa, y se termina con cacao en polvo y chocolate auténtico para darle más cuerpo. Una pequeña cantidad de crema de chocolate aporta cacao extra y un sutil toque de avellana, en sintonía con muchas versiones caseras croatas modernas.
El tiempo y la paciencia son más importantes que cualquier secreto. Cada lámina debe extenderse hasta obtener un grosor uniforme para que las capas se horneen uniformemente. La crema de chocolate debe cocinarse lo suficiente como para burbujear y perder el sabor a harina cruda, pero no tanto como para que se pegue al fondo del molde. La crema tibia se extiende con mayor suavidad sobre las frágiles láminas horneadas, mientras que un enfriamiento prolongado ayuda a que todo se endurezca antes de glasear y cortar. El resultado, si se maneja con calma, es un pastel de aspecto intrincado, pero que se corta en porciones compactas, ideales para un café después de una larga comida.
Mađarica es ideal para muchas mesas. Contiene trigo, lácteos y huevos, por lo que se integra con fuerza en la repostería tradicional centroeuropea, en lugar de en la repostería moderna para dietas especiales. Por otro lado, se conserva bien, se transporta perfectamente en un molde e incluso mejora después de uno o dos días a medida que las capas se relajan. Una sola tanda rinde una generosa cantidad de pequeños trozos, ideal para celebraciones tipo bufé, reuniones religiosas o grandes fiestas familiares en las que se sirven varios postres a la vez. Para quienes tengan curiosidad por la repostería casera croata más allá de las famosas fritule o los panecillos de nueces, Mađarica ofrece una ventana clara a la repostería festiva de todos los días: mesurada, cuidada, discretamente indulgente en lugar de ostentosa.