El faisán asado es un símbolo apreciado de la cocina rústica croata, especialmente en las zonas de caza y en las casas de montaña. Esta esbelta ave de caza, asada entera, ofrece una carne magra y tierna con un delicado sabor a caza. A menudo en salmuera o untado con hierbas previamente, el faisán se asa sobre una cama de tubérculos (zanahorias, apio, cebollas y, a veces, patatas) que absorben sus jugos y endulzan el plato. El resultado es una comida sencilla pero elegante, preparada en una sola sartén, que nutre y reconforta.
Tradicionalmente, el faisán adornaba las mesas de pastores y terratenientes adinerados tras las cacerías de finales de otoño. Solía servirse solo o con patatas, con el objetivo de realzar su sabor natural. Hoy en día, los cocineros suelen añadir tocino o panceta a la bandeja, no por tradición, sino para aportar grasa y sabor, de modo que la carne magra del faisán se mantenga jugosa. A medida que los faisanes se asan hasta alcanzar un tono dorado, la cocina se llena de un aroma a carne horneada, hierbas y verduras asadas: el aroma de la hospitalidad campestre en su máxima expresión.
En cuanto a sabor, el faisán es más suave que el pato o el ganso, pero más robusto que el pollo. La pechuga es particularmente magra y se beneficia de una cocción cuidadosa; una cocción excesiva puede resecarla. Por eso se recomienda una salmuera (agua salada con aromáticos) o una simple mantequilla de hierbas bajo la piel. Estas técnicas mantienen la carne jugosa. Junto con el faisán en la sartén, zanahorias, puerros, apio y nabos se cocinan y caramelizan en los jugos del ave. Las verduras no solo complementan el sabor, sino que también se transforman en una sabrosa guarnición que puede servirse con una cucharada sobre un cremoso puré de papas o sola.
En la tradición croata, un faisán entero asado puede ser el plato fuerte de una cena familiar, incluso en épocas festivas. Se sirve con sencillez, pero con orgullo. Trinchar el faisán (cortar la pechuga y las patas) se convierte en parte de la experiencia gastronómica compartida. Cada bocado de su tierna carne, realzado por las hierbas y el ligero toque salado del tocino y la salmuera, conecta a los comensales con una larga historia de la cocina rural. Es una satisfacción convertir una modesta ave en un festín memorable.
Desde la perspectiva de un cocinero, asar faisán es sencillo e incluso apto para principiantes con algunos consejos. Muchos cocineros checos y croatas recomiendan una salmuera rápida (de 4 a 8 horas) para asegurar su jugosidad. Si no, simplemente selle el ave brevemente y deje que el horno haga el trabajo. Si sobra tocino o grasa de panceta, se puede usar para saltear ligeramente las verduras antes de hornear. Una vez cerrada la puerta del horno, la expectación aumenta mientras el faisán se cocina lentamente hasta quedar tierno. El plato se termina dejando reposar el ave y desglasando los jugos de la sartén para obtener una salsa sencilla, asegurando que no se pierda nada de su preciado sabor.