El Wiener Schnitzel personifica la esencia de la cocina austriaca. Famoso por su tierno interior de ternera y su corteza crujiente y dorada, este plato captura a la perfección el pasado gastronómico de Austria.
Considerado un manjar en Austria y otros territorios del antiguo Imperio austrohúngaro, el Kaiserschmarrn es una suntuosa y suntuosa creación gastronómica que se distingue por su interesante trasfondo histórico y su distintivo sabor. Habitualmente consumido como postre o comida ligera, este panqueque rallado, ligeramente dulce y ligero, se ha convertido en una tradición muy apreciada en Austria, Baviera, Hungría, Eslovenia, la República Checa y el norte de Croacia. Su nombre, traducido como "Plato del Emperador", se relaciona directamente con el emperador austriaco Francisco José I, cuya pasión por este plato se supone que inspiró su creación.
El Kaiserschmarrn tiene raíces tan profundas como su sabor. El término combina dos elementos: "Kaiser", que significa emperador, y "Schmarren", que coloquialmente se refiere a una mezcolanza o anarquía, y también tiene una connotación lúdica o humorística. Este peculiar nombre captura la esencia sencilla del plato y es muy apreciado con gran respeto y cariño. En algunas versiones de la historia, se cuenta que el Emperador, conocido por sus gustos austeros, rechazó primero un postre suntuoso presentado por su chef. Al probar la combinación de panqueques rallados, supo de inmediato que era su plato favorito y se aseguró de que perdurara en la historia de la cocina austriaca.
El plato se prepara con una sencilla pero exquisita mezcla de harina, huevos, leche y azúcar; las claras se separan cuidadosamente y se baten hasta obtener una consistencia firme para realzar su ligereza. La combinación, salteada en mantequilla, da como resultado un delicado y dorado panqueque que se desmenuza durante la cocción. Tradicionalmente, el plato lleva pasas remojadas en ron, que reflejan la receta original; las versiones modernas pueden incluir una maravillosa mezcla de ingredientes adicionales, como manzanas caramelizadas, cerezas o incluso nueces y ciruelas. Estas mejoras demuestran la creatividad de los cocineros que adaptan la comida a sus propios gustos o a los paladares regionales.
Una de las cualidades más interesantes del Kaiserschmarrn es, sin duda, su versatilidad. Si bien este plato es un capricho exquisito, espolvoreado con azúcar glas y acompañado de compotas de frutas como manzana, ciruela o arándano rojo, también constituye una cena contundente y saciante. El Kaiserschmarrn suele servir como un almuerzo abundante en el ambiente rústico de bares de montaña y estaciones de esquí alpino, armonizando a la perfección con el energizante entorno montañoso tras una escalada exigente. La combinación clásica es el Zwetschgenröster, una compota a base de ciruelas que aporta un toque picante al dulce sabor natural del panqueque.
El plato ha evolucionado con el tiempo, dando lugar a una gran variedad de variantes regionales. Mientras que algunas versiones, como el Erdäpfelschmarrn, llevan patatas, otras pueden usar manzanas o cerezas, lo que resalta su gran adaptabilidad. En algunas zonas, se prepara con esmero a fuego vivo, donde los matices ahumados del Rauchkuchl le otorgan una riqueza única. Las diferencias regionales resaltan aún más el atractivo del Kaiserschmarrn como plato para celebraciones y como comida reconfortante.
La historia del Kaiserschmarrn está estrechamente ligada a la vida del emperador Francisco José I, cuyo reinado se extendió desde 1848 hasta 1916. Dos historias famosas sobreviven, aunque sus inicios exactos están rodeados de mitos. Según una historia, la emperatriz Isabel de Baviera, conocida por su estricta dieta, rechazó un postre decadente preparado por el chef. Exasperado, el emperador Francisco José dijo que tenía la intención de probar el "Schmarren" y finalmente comió no solo su porción, sino también la de su esposa. Otra historia muestra a la emperatriz como una novata en la cocina que eligió desmenuzar un panqueque en lugar de completar la tarea básica de voltearlo. Al káiser le gustó tanto que se creó el Kaiserschmarrn, un plato originalmente de los círculos reales, pero que ha conquistado muchos corazones.
Hoy en día, el Kaiserschmarrn refleja la esencia de la cultura austriaca y la amabilidad de su hospitalidad, no solo su valor culinario. Su carácter modesto inspira innumerables interpretaciones; su calidad etérea y su calidez reconfortante evocan un legado. Ya sea degustado en el entorno rural de un restaurante de montaña o como postre festivo en una reunión familiar, el Kaiserschmarrn captura la rica historia, la esencia del legado imperial y el carácter acogedor de la cocina austriaca.
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porciones15
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kcalEl Kaiserschmarrn, una especialidad austriaca atribuida al emperador Francisco José I, se presenta como un panqueque ligero y desmenuzado que equilibra una modesta riqueza con un delicado dulzor. El método comienza con los huevos cuidadosamente separados: las yemas se baten hasta obtener una masa suave y las claras se baten a punto de nieve antes de incorporarlas para conservar su ligereza. Se calienta una nuez de mantequilla en una sartén antiadherente, se vierte la masa y se esparcen pasas gruesas uniformemente si se desea. A medida que la parte inferior adquiere un color dorado pálido, el panqueque se voltea suavemente o se desmenuza in situ, y luego se desmenuza en trozos generosos. Estos bocados vuelven brevemente al calor, dejando los bordes crujientes. Servido inmediatamente, tradicionalmente con compota de frutas ácidas, puré de manzana suave o una simple cucharada de crema batida, cada bocado ofrece un armonioso contraste de interior suave y corteza sutilmente caramelizada.
4 huevos grandes
1 taza de harina para todo uso
1 taza de leche
1 cucharada de azúcar
1 cucharadita de extracto de vainilla
1 pizca de sal
2 cucharadas de mantequilla sin sal (para freír)
1/4 taza de pasas (opcional)
Azúcar en polvo (para servir)
Compota de frutas o puré de manzana (opcional, para servir)
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