Psarosoupa, a menudo llamado CacaoEs la emblemática sopa de pescador de Grecia, un testimonio de cómo ingredientes sencillos del mar se convierten en una comida reconfortante. El nombre Cacao Proviene de las antiguas ollas de pesca que se usaban sobre fuego abierto, donde las tripulaciones de las pequeñas embarcaciones hervían la pesca del día. Originalmente, todo el pescado que no se vendía en el mercado (cabezas, espinas, peces pequeños) se añadía a la olla junto con cebollas, tomates y abundante aceite de oliva. Mientras esta mezcla se cocinaba a fuego lento en el barco o en la taberna costera, se obtenía un caldo sabroso que calentaba hasta los huesos a los pescadores hambrientos.
La versión moderna se prepara con pescado blanco fresco —algunas opciones comunes incluyen bacalao, pargo o lubina—, a menudo entero o en trozos grandes. En una olla grande, se saltean cebollas, ajo y puerros en aceite de oliva, luego se añaden trozos de pescado (a veces incluso la cabeza para darle más sabor). A continuación, se añaden tomates y tubérculos como patatas o zanahorias, junto con hierbas como perejil, laurel y un toque de orégano. El agua o el caldo de pescado cubren los ingredientes. La sopa se lleva a ebullición suave y luego se cuece a fuego lento hasta que el pescado y las verduras estén tiernos y los sabores se integren. Finalmente, se añade un chorrito generoso de zumo de limón al servir para realzar la sopa.
El resultado es un plato de auténtica comodidad mediterránea. El sabor de Kakavia es fresco y salado, ligeramente especiado por hierbas, con ricos matices del pescado cocinado a fuego lento. El aceite de oliva le da al caldo una riqueza dorada, y el limón realza todo el sabor. A diferencia de los guisos contundentes, esta sopa es ligera pero muy satisfactoria, representando la forma griega de convertir ingredientes humildes en algo extraordinario. La sopa de pescador tiene su lugar en los menús, desde las tabernas del Egeo hasta las cocinas familiares de Atenas; servida bien caliente, ofrece un sabor puro y reconfortante.
La historia de Kakavia se remonta a la historia marinera griega. Los antiguos pescadores apreciaban incluso las cabezas y las espinas del pescado como ingredientes principales para una comida comunitaria. Para muchas comunidades costeras, la sopa de pescado era tan fundamental como el pan. Hoy en día, aunque el marisco fresco es más fácil de encontrar, Kakavia aún evoca esa sencillez natural: ningún pescado se desperdicia y cada parte aporta sabor. En todo el Mediterráneo, muchas culturas tienen guisos de pescado (del italiano caldo al francés bullabesa), pero Kakavia lleva el sello griego en su uso del aceite de oliva y el limón. Abundan los toques regionales: en Creta se puede añadir un chorrito de raki, en las Cícladas se usa un puñado de mariscos o una pizca de azafrán. Sin embargo, todas las versiones comparten la misma esencia: cocinar a fuego lento pescado y verduras de la huerta con hierbas para crear un caldo con sabor a mar.
El kakavia se disfruta todo el año, pero es especialmente apetecible con el frío o en una tarde ventosa junto al mar. Representa la comunidad y la tradición: pescadores reunidos para una comida compartida, porciones familiares repartidas en la mesa y conversaciones amenizadas por el tintineo de los gajos de limón en los platos de sopa. Aunque no tenga la fama de platos nacionales como la musaca o el tzatziki, el kakavia es un clásico de la cocina casera griega. Cada región y familia puede modificar la receta, pero todos coinciden en la esencia del plato: una sopa reconfortante y reconfortante hecha con ingredientes sencillos, tan nutritiva como un día junto al mar.