El Revani (también escrito "ravani") es un apreciado pastel griego de almíbar con raíces otomanas. Se elabora con harina de sémola, lo que le confiere una miga delicada y una textura suave. Al hornearse, el pastel forma una tierna esponja amarilla; inmediatamente después de hornearse, se baña en un almíbar suave y ligeramente aromatizado. A menudo se le añade zumo de limón o naranja, para que cada rebanada jugosa ofrezca un toque agridulce. En Grecia, el Revani es un postre clásico en celebraciones y comidas diarias. Se suele aromatizar con ralladura de limón o agua de azahar, y se adorna con almendras fileteadas o coco rallado.
Históricamente, se cree que el revani se originó en las cocinas imperiales del Imperio Otomano (su nombre podría conmemorar la conquista de Ereván). Con el paso de los siglos, se extendió por el Mediterráneo y más allá. Hoy en día, cada cultura tiene su propia versión: las versiones turcas pueden aromatizarse con agua de rosas, mientras que algunas recetas balcánicas incluyen yogur. La versión griega suele ser bastante sencilla: una masa de sémola dorada suele incluir huevos y leche, y a veces mantequilla o aceite. Tras hornearse, se vierte suavemente sobre el pastel caliente un almíbar con aroma cítrico y zumo de limón o naranja. Este almíbar frío se absorbe, dando lugar a un pastel esponjoso y húmedo a la vez, similar a un pudín ligero.
La textura del revani es clave para su atractivo. Aunque la masa base no contiene claras de huevo batidas, se hincha formando pequeños agujeros como un bizcocho. La sémola (trigo duro molido grueso) le da cuerpo y un sabor agradable. El almíbar, por su parte, mantiene la exquisitez del pastel. Al mismo tiempo, el pastel se mantiene relativamente seco al morderlo; nunca se empapa mientras tenga tiempo de absorber el almíbar lentamente. En cuanto al sabor, el revani es sutilmente dulce con notas frescas de cítricos y vainilla. Normalmente, cada rebanada revela destellos de ralladura de limón y, a menudo, unas láminas de almendra para darle un toque crujiente. Una capa de azúcar glas o coco por encima completa la presentación.
Una característica maravillosa del Revani es su sencillez. Todos los ingredientes son básicos de la despensa: sémola, harina, huevos, azúcar y un poco de grasa (mantequilla o aceite). Se puede preparar en un solo tazón sin pasos complicados. Con frecuencia, se baten las claras de huevo y se incorporan con movimientos envolventes para aligerar la masa, pero algunos cocineros simplemente separan los huevos para obtener una miga más densa. De igual manera, el almíbar se compone simplemente de azúcar, agua y un chorrito de limón. Aun así, el resultado es festivo y elegante. Se suele cortar en forma de rombo, un toque al estilo de Oriente Medio, y se sirve a temperatura ambiente después de dejar reposar varias horas.
Este pastel se presta a muchas variaciones. Algunas versiones incorporan un poco de coco o pudín de sémola para darle más jugosidad. Los cocineros griegos a veces espolvorean almendras tostadas por encima después de almíbar. La cantidad de almíbar se puede ajustar: más almíbar para un pastel muy dulce, o menos para una textura más firme. Tradicionalmente, el Revani no es excesivamente dulce para los griegos; es el almíbar el que aporta más dulzor, y el pastel conserva un bajo contenido de azúcar. La sencilla combinación de limón y azúcar en el almíbar realza la sémola a la perfección.
Como postre, el Revani es ideal para cualquier ocasión. Es común en festividades como Pascua y Navidad, pero también en reuniones informales o para la hora del té. Es habitual acompañarlo con una rebanada de café griego. Gracias a su buena conservación, las sobras son un excelente desayuno o merienda. La receta es flexible: la masa puede reposar un rato antes de hornearse o incluso ajustarse a diferentes tamaños de molde. El almíbar sobrante puede dar sabor a otros postres (úselo con fruta fresca o para endulzar yogur).