Šporki makaruli, a menudo traducido como "macarrones sucios", tiene un nombre juguetón, pero el plato cuenta una historia precisa sobre las costumbres sociales de Dubrovnik, sus festividades y el cuidado del ahorro en la cocina. En la antigua República de Ragusa, las familias preparaban un generoso ragú de carne para la festividad de San Blas, patrón de la ciudad. Los mejores cortes se servían en bandejas para aristócratas e invitados de honor; al final de las celebraciones, lo que quedaba era la salsa de intenso sabor, salpicada de pequeños trocitos de carne. Esta salsa se unía a los makaruli, pasta tubular en el dialecto local, dejando la pasta manchada o "sucia" con los jugos de la carne.
La versión moderna que se sirve en casas y restaurantes de Dubrovnik ya no parece un plato de sobras. Se impone en los menús de invierno y las mesas de banquete como un plato completo: generosos trozos de jarrete de ternera cocinados a fuego lento con cebolla, ajo, tomate, especias calientes y vino tinto, servidos sobre pasta y rematados con un firme queso de oveja local. Escritores y guías locales lo describen como uno de los platos más representativos de Dubrovnik, estrechamente vinculado a las festividades de San Blas y a los meses más fríos, cuando una salsa espesa y aromática sienta de maravilla.
La base es la carne de res, generalmente jarrete u otro corte rico en colágeno que se cocina a fuego lento. La receta oficial de la oficina de turismo de Dubrovnik se basa en manteca de cerdo o aceite de oliva, abundante cebolla, concentrado de tomate, melaza de uva, ciruelas pasas y un trío de especias (clavo, nuez moscada y canela), todo ello combinado con vino tinto y perejil. Esta combinación le da al ragú un carácter complejo: la profundidad sabrosa de la carne y la cebolla, el suave dulzor de los frutos secos y la melaza de uva, y la calidez aromática de las especias. El dulzor necesita equilibrio; un sazonado cuidadoso y una cocción lenta y pausada mantienen la salsa equilibrada, evitando que resulte empalagosa.
Ese perfil de especias distingue a los šporki makaruli del ragú italiano estándar. El clavo, la canela y la nuez moscada evocan antiguas rutas comerciales e influencias mediterráneas compartidas, donde los cocineros incorporaban especias de mercados lejanos a los platos de carne locales. TasteAtlas incluye estos mismos ingredientes entre los elementos característicos del plato, junto con la pasta makaruli, la grasa de cerdo, el ajo, el laurel y el vino tinto. La salsa resultante resulta familiar para cualquiera que ame la carne y la pasta cocinadas a fuego lento, pero con un toque distintivo de Dubrovnik en sus detalles.
En cuanto a la textura, el plato se sitúa entre un guiso y un ragú. El codillo de res, cortado en cubos en lugar de picado, se ablanda durante casi dos horas hasta que las fibras se relajan y el tejido conectivo se funde con la salsa. La cebolla casi desaparece, aportando sabor en lugar de textura, mientras que las ciruelas pasas y la melaza de uva se funden con el fondo, aportando color y un ligero toque afrutado. La salsa se adhiere a la pasta en lugar de ahogarla; la pasta debe tener un aspecto veteado y moteado, no enterrado bajo una gruesa capa. Ese aspecto "sucio" forma parte de su carácter.
Para un cocinero casero, el šporki makaruli recompensa la paciencia más que la bravuconería técnica. Una vez que las cebollas sudan suavemente sin dorarse y la carne se sella ligeramente, el resto del plato requiere una cocción a fuego lento y constante, removiendo ocasionalmente. Las especias se benefician de la moderación (un exceso de canela o clavo puede convertir el plato en un postre), por lo que esta versión se mantiene cerca de las cantidades medidas de las fuentes locales. Una pequeña cantidad de ciruelas pasas aporta profundidad sin llamar la atención; la melaza de uva, o un sustituto cuidadoso, aporta un dulzor equilibrado y un color más intenso.
Servidos en tazones calientes con abundante queso de oveja rallado, los šporki makaruli son una comida completa. Ideales para un domingo de invierno, una fiesta en honor a Dubrovnik o cualquier noche en la que una sartén de carne cocinada a fuego lento apetezca. Esta receta sigue la estructura de la versión oficial de la oficina de turismo de Dubrovnik, con ligeras adaptaciones para cocinas modernas y unas medidas claras, pensadas para cocineros que quieran reproducir el plato con seguridad lejos de las murallas de la ciudad.