El fuži, símbolo del patrimonio culinario de Istria, se presenta en la mesa como una reliquia familiar preciada. Es un tubo corto, enrollado a partir de una pieza de masa en forma de diamante, que contiene la salsa en su interior. Cada pliegue cuidadosamente pellizcado garantiza que la salsa se adhiera a cada superficie. Esta forma transforma ingredientes humildes en algo especial. El resultado es una pasta que captura la salsa en su esencia, haciendo que cada bocado sea rico y satisfactorio.
En las cocinas de Istria, el fuži no es solo una cena, sino un ritual. Durante las celebraciones familiares y las comidas dominicales, la cocina bulle de actividad mientras se prepara la masa. Los pueblos pueden detenerse durante las festividades para observar a los ancianos enrollar a mano una tanda tras otra, cada pieza casi idéntica en tamaño. A menudo, la pasta se sirve con un ragú de cocción lenta: una rica salsa de cebolla, tomate y vino blanco local. Mientras la pasta se cocina, desprende un aroma reconfortante que invita a todos a la mesa. Una lluvia final de queso curado y fuerte aporta un toque salado y brillante a cada plato.
Apreciado por su sencillez, el fuži agradece los toques especiales. Istria es famosa por sus trufas, y algunos cocineros añaden trufa negra o blanca al plato. Un chorrito de aceite de trufa realza su sabor terroso. Esto convierte una comida cotidiana en una celebración. Incluso sin trufas, hierbas frescas como el perejil o un chorrito de limón realzan el sabor, reflejando la luz costera de Croacia.
El fusi (nombre esloveno) o fuži comparte una historia en toda la península de Istria. La masa debe extenderse hasta quedar extremadamente fina y luego cortarse en tiras. Convertir esas tiras en diamantes y doblarlas completa la transformación. Esta técnica, practicada, requiere paciencia y le da a la pasta una textura suave. Una vez emplatado, el fuži tiene una apariencia discreta pero un sabor generoso. Se puede acompañar con estofado de res, caldo de pollo o una salsa de carne de caza. Cada variante es fiel a su origen rústico.
En muchos hogares, el fuži es un plato reconfortante. Los niños suelen ayudar a dar forma a la pasta, mientras los mayores supervisan en largas mesas de madera. Tras la cocción, se colocan cuencos de fuži humeante en el centro de la mesa. Los comensales se abalanzan con entusiasmo sobre la mesa, saboreando bocados de pasta tierna, bañados en salsa caliente. En una mesa familiar bajo un emparrado de viñedo o en la cocina de piedra de una casa de campo, el fuži realmente une a la gente. Evoca sabores a tomate madurado al sol y hierbas aromáticas, a tardes tranquilas bajo los olivos. Una copa de vino local, un fresco Malvasia Bianco o un contundente Teran, suele acompañar, con su brillante acidez que corta la rica salsa. Al final, el fuži sabe a Istria en cada reconfortante bocado.