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Vals, un municipio de alta montaña ubicado en la región de Surselva en los Grisones, Suiza, abarca unos 175,56 kilómetros cuadrados en elevaciones que van desde los 1.252 metros en el núcleo del pueblo hasta los 3.402 metros en la cima del Rheinwaldhorn; al 31 de diciembre de 2020 su población era de 946 habitantes, de los cuales más del 94 por ciento habla alemán, siendo el romanche y el italiano minorías notables.
Desde sus primeros tiempos de ocupación, Vals fue testigo de la presencia humana: los artefactos de la Edad de Bronce desenterrados en torno a sus manantiales termales y el Paso de Tomül dan fe de una familiaridad milenaria con sus aguas, mientras que los restos de la Edad de Hierro en las laderas de Valserberg indican un uso pastoral o estratégico mucho antes de que ninguna crónica registrara su nombre. Durante los siglos XI y XII, los habitantes romanche locales cultivaron extensamente el valle de Valser, del que se tiene constancia escrita por primera vez a mediados del siglo XII como Valle. Hacia 1290, el asentamiento apenas contaba con entre cuatro y siete granjas que cuidaban rebaños de ovejas en sus cuadrículas alpinas; sin embargo, incluso esta naciente comunidad llevaba la huella de las corrientes interculturales que moldearían su estructura durante siglos.
El siglo XIII presenció la llegada de los walser —migrantes de habla alemana expulsados del cantón de Wallis—, cuya expansión por el valle superior se vio frenada en 1457 cuando las autoridades prohibieron los matrimonios mixtos y la adquisición de tierras de la población romanche. En consecuencia, los walser se agruparon en el extremo del valle, donde las tierras permanecieron sin reclamar, lo que introdujo el característico lenguaje arquitectónico valliser: viviendas ricas en madera coronadas por tejados de pronunciada pendiente, en contraste con las construcciones de piedra de sus vecinos. Este estilo perdura hoy en día en los asentamientos agrícolas típicos de la región, muchos de los cuales, aunque ya no están habitados todo el año, siguen sirviendo como pastos alpinos estacionales.
Al sur del pueblo principal, la aldea de San Martín remonta sus orígenes a los huéspedes walerianos que la fundaron alrededor del siglo XIV. Inicialmente administrada como feudo por familias nobles bajo los auspicios del obispado de Coira, la lealtad eclesiástica de San Martín fue cambiando con el tiempo: su iglesia, consagrada en 1345 bajo el patrocinio de San Vicente, pasó a manos de Tersnaus después de 1528, recuperó brevemente una prebenda de habla alemana en 1776 y, en 1868, volvió a la autoridad espiritual de Tersnaus. Políticamente, San Martín se unió como municipio independiente en 1878, habiendo existido previamente como un barrio de Tersnaus desde al menos 1671. A pesar de su independencia administrativa, permaneció firmemente rural, resistiendo la electrificación que llegó a las localidades vecinas hasta que, en 1972-73, se convirtió en el último municipio suizo en unirse a la red nacional.
El municipio actual de Vals, tras la fusión con San Martín en 2015, abarca casi 176 kilómetros cuadrados. De este territorio, las tierras agrícolas —en concreto, prados y pastos alpinos— representan aproximadamente un tercio, mientras que los bosques densos cubren alrededor del 12 %. Los asentamientos humanos ocupan menos del 1 % de la superficie, y los cursos de agua, incluidos los arroyos glaciares y el embalse de Zervreilasee, abarcan poco más del 2 %. El terreno improductivo —compuesto por laderas rocosas, glaciares y vegetación improductiva— domina más de la mitad del territorio, lo que confiere a Vals una de las mayores extensiones municipales de Suiza, comparable aproximadamente a la del Principado de Liechtenstein.
Enclavado entre el Safiental, de habla alemana, al este, la Lumnezia, de habla romanche, al norte y el Blenio, de habla italiana, más allá de los Alpes Adula, con Hinterrhein y Nufenen al sur, Vals ocupa una encrucijada alpina estratégica. Sin embargo, el centro del pueblo, Vals Platz, se encuentra aislado tras dos gargantas —una al norte y otra al sur— por las que discurre el Rin de Vals. El acceso se realiza principalmente a través de un único corredor de valle, flanqueado por paredes rocosas que han protegido y limitado el crecimiento del asentamiento. Dentro de este núcleo confinado, las viviendas representan tan solo el 0,2 % del uso del suelo, mientras que las carreteras y las infraestructuras auxiliares representan el 0,3 %.
Demográficamente, Vals ha mostrado un crecimiento modesto —aproximadamente un 1,4 % en la última década—, con alrededor del 10,8 % de la población extranjera. El equilibrio de género es prácticamente parejo, y la estructura de edad revela una comunidad en la que aproximadamente una cuarta parte son menores de veinte años, un tercio tiene entre veinte y cincuenta y nueve años, y el resto son personas mayores. El nivel educativo es notable: más del 70 % de los residentes de entre veinticinco y sesenta y cuatro años han completado estudios de secundaria superior o terciarios, lo que refleja el compromiso general de Suiza con las trayectorias profesionales y académicas avanzadas. En el ámbito político, el Partido Popular Demócrata Cristiano (PDC) cuenta con el mayor apoyo, con dos tercios de los votantes que lo respaldaron en las elecciones federales de 2007, mientras que el Partido Popular Suizo (SVP), el Partido Socialdemócrata (SP) y el Partido Democrático Libre (FDP) se quedan atrás, respectivamente.
En términos económicos, el municipio mantiene una base diversificada. Las actividades del sector primario, principalmente la agricultura y la silvicultura, emplean aproximadamente al 23 % de la fuerza laboral en unas treinta empresas, mientras que el sector secundario, que abarca la industria ligera y el comercio artesanal, emplea a cerca del 29 % de los trabajadores. Predomina el sector terciario, con la hostelería, el comercio minorista, la administración pública y los servicios profesionales representando casi la mitad del empleo total, un patrón que favorece tanto la estabilidad como la adaptabilidad. El desempleo se mantiene bajo, en poco más del uno %, lo que se debe en parte a la resiliencia que ofrecen el turismo termal y la producción de agua mineral.
El atractivo más célebre de Vals es su balneario, Therme Vals, cuyas piscinas cristalinas y pabellones angulares de piedra son un testimonio de la cuarcita rica en minerales extraída localmente. Las fuentes termales han atraído a visitantes desde finales del siglo XIX, cuando surgieron los primeros hoteles en torno a las aguas a 30 °C; sin embargo, las primeras iniciativas tuvieron un éxito intermitente hasta la espectacular reconstrucción de Peter Zumthor en 1996. Empleando unas 60.000 losas de cuarcita de Vals, su austero diseño integra cámaras subterráneas y terrazas al aire libre, permitiendo a los visitantes conectar con la piedra y el cielo. La propiedad de los baños y el hotel contiguo pasó de la administración municipal —con la intención de evitar la quiebra en 1983— a inversores privados en diciembre de 2012, tras largas deliberaciones entre grupos comunitarios y defensores de la arquitectura.
El manantial mineral también produce agua mineral Valser, embotellada por Valser Mineralquellen AG, que absorbe la mitad del caudal, mientras que el caudal restante abastece las instalaciones termales. En otros lugares, el Valserstein, un granito local impregnado de mica y feldespato, brilla bajo la luz del sol; su reluciente superficie recuerda la riqueza geológica del valle. Hidrológicamente, Vals registra alrededor de 121 días de precipitación al año, con un promedio de 1185 milímetros de humedad: agosto es el mes más lluvioso, mientras que enero es el más seco, aunque incluso entonces llueve entre doce y trece días.
La recreación estacional se extiende más allá de las piscinas termales. La estación de esquí Vals3000 asciende desde el fondo del valle hasta las alturas alpinas cerca del Dachberg. Su telecabina de ocho plazas y sus cuatro remontes, incluido un teleférico infantil, ofrecen acceso a pistas que se encuentran entre las más elevadas de los Grisones. Por otro lado, el Zervreilasee, el embalse contenido por una presa en el Rin de Vals, atrae a senderistas y aficionados a las excursiones en verano, mientras que su carretera de acceso funciona también como una pista de trineo de ocho kilómetros en invierno y como ruta para scooters con la llegada del deshielo.
En la periferia de lo posible se encuentra el proyecto no realizado del Hotel Tower, presentado en marzo de 2015 por el empresario de canteras Pius Truffer y el inversor Remo Stoffel. Concebido como un pozo de 381 metros y 82 plantas con 107 habitaciones en un espacio apenas mayor que una pista de tenis, la propuesta desató un acalorado debate entre los residentes, intensificado por la revelación de deudas multimillonarias, y finalmente decayó cuando Stoffel se mudó al extranjero en julio de 2019. Aunque se debatió en foros de arquitectura y apareció en la serie documental de Arte "Vom Bauen in den Bergen", la iniciativa ahora se encuentra en suspenso.
A través de siglos de labor pastoral, convergencia cultural y riqueza geológica, Vals ha forjado una identidad singular: un microcosmos de resistencia alpina, donde convergen la herencia romanche y germánica, donde la piedra —extraída, esculpida y ensamblada— enmarca la aspiración humana, y donde las aguas termales siguen ofreciendo renovación. Sus prados y aldeas hablan de tradición agrícola; su arquitectura termal, de sobriedad vanguardista; sus telesillas y pistas de trineo, de un abrazo de altitud durante todo el año. En sus muros de piedra, sus aguas fluidas y sus picos que perforan el cielo, Vals ofrece tanto un archivo del esfuerzo humano como una invitación abierta a quienes buscan consuelo entre la roca y el éter.
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