En la isla dálmata de Vis, la Viška pogača lleva en cada rebanada historia y tradición. Pertenece a un grupo de pasteles isleños que se sitúan a medio camino entre la focaccia y el pan plano relleno, pero conserva una identidad bien definida: una masa robusta, rica en aceite de oliva, enrollada sobre una generosa capa de cebolla y pescado en salazón. En el lenguaje local, esto suele significar sardinas o anchoas en salazón, ingredientes que reflejan siglos de pesca y salazón en este remoto puesto fronterizo del Adriático.
La ciudad de Vis tiene sus orígenes en Issa, una antigua colonia griega fundada en el siglo IV a. C. Los historiadores gastronómicos modernos suelen señalar este vínculo al describir la Viška pogača como un pariente de los panes de solera griegos y romanos, adaptado con el tiempo a las condiciones de la isla y a la disponibilidad de pescado en salazón. En las primeras versiones, el relleno parece consistir únicamente en cebolla, ajo, hierbas y pescado curado en sal, y los tomates se incorporaron mucho más tarde, tras su expansión por el Mediterráneo.
Dentro de la isla, la pogača de Viška mantiene una rivalidad amistosa. En la ciudad de Vis, la pogača tradicionalmente prescinde del tomate y se centra en el contraste entre la cebolla dulce cocinada a fuego lento y el pescado salado con un toque intenso. Al otro lado de la isla, en Komiža, la pogača de Komiška, un plato similar, incorpora la misma idea básica en un relleno enriquecido con tomate, más suelto y con un toque más salsero. Ambas versiones comparten una masa enriquecida con aceite de oliva y una despensa típicamente costera; sin embargo, el estilo de Vis resulta más ligero y definido, permitiendo que la cebolla, las alcaparras y el pescado destaquen con claridad.
Esta receta sigue el estilo de Vistown: sin tomates, con abundante cebolla y sardinas saladas como ingrediente principal. La masa se asemeja a una simple masa de focaccia: harina, levadura, agua, sal y abundante aceite de oliva para una textura tierna y un sabor intenso. El relleno se inicia con un montón de cebollas cortadas en rodajas, cocinadas lentamente hasta que su picante desaparece y su dulzor natural emerge. Las alcaparras aportan un toque salado y floral que une las cebollas con el pescado. Las sardinas, enjuagadas y secadas con palmaditas, mantienen su intensidad, pero se integran en el plato en lugar de dominarlo por completo.
En cuanto a sabor, la pogača de Viška es contundente y directa. La corteza ofrece una suave resistencia gracias al aceite de oliva y la harina fuerte, mientras que la capa interior se mantiene húmeda gracias a la cebolla y el pescado. La sal proviene tanto de la masa como del curado de las sardinas, por lo que es fundamental degustarla con cuidado durante la preparación. Una pogača bien equilibrada tiene un sabor sabroso y complejo sin resultar excesivamente salada. Las rebanadas calientes son ideales como plato ligero, a menudo acompañadas de una ensalada sencilla, pero las rodajas frías se transportan bien y han formado parte de las provisiones de pescadores y marineros de esta costa desde hace mucho tiempo.
Esta versión está diseñada para horno doméstico y una bandeja redonda estándar, con un nivel de hidratación manejable incluso para panaderos que trabajan con menos frecuencia con masas leudadas. La masa tiene un levado principal, seguido de un reposo más corto una vez que se ha envuelto el relleno. La cocción de la cebolla define el tono del relleno; el calor moderado y suficiente aceite de oliva le dan una textura suave y brillante que se mantiene unida en la rebanada. La receta conserva la estructura de la pogača tradicional al estilo Vis, pero ofrece tiempos, temperaturas y indicaciones precisas, por lo que el resultado es fiable, ya sea que se sirva como parte de un banquete al estilo dálmata o como plato principal independiente en una cena entre semana.