10 ciudades maravillosas de Europa que los turistas pasan por alto
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Los callos, a menudo llamados fileki en Zagreb y en partes de la Croacia continental, se encuentran entre los platos de vísceras más característicos del país. En este guiso, tiras de callos de res se cuecen a fuego lento en una base de tomate con pimentón, enriquecida con tocino o panceta, tubérculos y, a menudo, patatas. El resultado es una comida deliciosa y con un sabor intenso: un caldo cremoso, callos suaves y delicados al masticar, y un aroma ahumado y sabroso, ideal para las noches frías y las mesas familiares abarrotadas. En muchas regiones croatas, los callos han pertenecido desde hace mucho tiempo a un repertorio rural y frugal, donde cada parte del animal tenía valor y nada se desperdiciaba.
En toda Europa, los callos se presentan en docenas de formas, desde versiones ibéricas con champiñones hasta variantes italianas y francesas con salsa de vino o tomate. En Croacia, se suele optar por un guiso o sopa de una sola olla, a menudo picante y con un toque de pimentón. En las zonas continentales, el plato suele llamarse špek fileki, literalmente "callos de tocino", lo que indica uno de sus toques distintivos: carne de cerdo curada que aporta humo, sal y un final redondo y sabroso. Cebolla, zanahoria, apio, pasta de tomate y pimentón forman la base, mientras que los callos aportan proteínas y una textura agradablemente rica en colágeno.
En la cocina croata, el fileki se sitúa a medio camino entre la comida de un humilde trabajador y una especialidad nostálgica. Antiguamente asociado con cortes económicos y la cocina de pobres, ahora aparece en los menús de tabernas tradicionales y bistrós más ambiciosos, especialmente en los meses más fríos y en las regiones del centro de Croacia, alrededor de Zagreb. Una descripción conocida habla del fileki como un guiso que se come con cuchara, con un espesor y niveles de picante que varían según la cocina, a veces con polenta o pasta, a veces solo con pan para mojar en la salsa brillante.
Desde un punto de vista nutricional, los callos son relativamente magros en comparación con muchos otros cortes de carne, aportando proteínas sólidas y una buena cantidad de vitamina B12 con un contenido moderado de grasa. Los datos de referencia para los callos de res cocidos indican aproximadamente entre 80 y 125 kcal por 100 g, con unos 10-18 g de proteína y 3-5 g de grasa, lo que los convierte en una base satisfactoria, aunque no excesivamente pesada, para un guiso.
Esta versión del Guiso de Tripas Croatas busca reflejar el fileki al estilo de Zagreb, pero a la vez es accesible en la cocina doméstica. La receta comienza con tripas previamente limpias y precocidas, que adquieren sabor gracias a un breve escaldado que refresca su aroma. A partir de ahí, comienza un lento proceso de elaboración del sabor: se derrite el tocino o la panceta, se ablanda una generosa cantidad de cebolla y tubérculos, se tuesta brevemente el pimentón dulce para que se impregne de la grasa y, finalmente, se añaden capas de pasta de tomate, vino blanco y caldo. Las tripas y las patatas se cuecen a fuego lento hasta que se ablandan y el caldo se espesa hasta formar una salsa rica y ligeramente gelatinosa.
Varias pequeñas decisiones ayudan a equilibrar el guiso. El tomate permanece presente, pero no predomina, dejando que el pimentón, la cebolla y la carne de cerdo curada sean los protagonistas. La cantidad de tocino se mantiene medida, suficiente para lograr un toque ahumado y profundo sin que el plato resulte excesivamente intenso. Las patatas se cocinan directamente en el guiso, en lugar de por separado, aportando almidón que espesa el líquido de forma natural. Un uso moderado de pimentón o chile picante permite ajustar el nivel de picante, desde un toque suave hasta uno más intenso.
En cuanto al sabor, el guiso se encuentra entre una sopa estilo gulash y una cazuela rústica. Los callos se vuelven tiernos, pero conservan la textura suficiente para resultar satisfactorios. El tocino y el pimentón forman una base ahumada y ligeramente dulce, mientras que el tomate y el vino aportan una acidez que realza el caldo, rico en colágeno. Un último puñado de perejil, removido fuera del fuego, aporta frescura y un sutil toque herbal.
Esta receta es ideal para cocineros que disfrutan de la cocción lenta y paciente, y que desean explorar los sabores tradicionales croatas de forma práctica. El tripice requiere tiempo, no una técnica complicada, y se recompensa con un guiso que puede alimentar a un grupo pequeño, recalentarse bien y sostenerse por sí solo, sin más acompañamiento que pan o polenta.
6
porciones40
minutos120
minutos400
kcalEl fileki, o estofado de callos croata, es un plato de callos cocinado a fuego lento originario de la Croacia continental, especialmente asociado con Zagreb y las regiones centrales. Tiernas tiras de callos de res precocidos se cuecen a fuego lento en un caldo de tomate y pimentón con tocino, cebolla, tubérculos y patatas, formando un guiso espeso y fácil de comer con cuchara, con un toque ahumado intenso y un calor suave. El método se centra en una cuidadosa estratificación de sabores: derretir el tocino, suavizar los aromas, tostar brevemente el pimentón en la grasa y cocer los callos a fuego lento hasta que estén blandos pero con estructura. Este guiso es ideal para fines de semana de invierno, reuniones informales o cualquier ocasión que requiera un plato principal contundente y reconfortante. Las sobras se recalientan fácilmente y suelen estar aún más ricas al día siguiente, ya que los sabores se siguen fusionando.
Callos de res, prelimpios y precocidos – 1,2 kg —cortar en tiras de aproximadamente 1 × 4 cm; los callos precocidos en la carnicería ahorran mucho tiempo.
Tocino ahumado o panceta – 150 g — cortado en cubitos; aporta humo y profundidad en la base (estilo špek fileki).
Cebollas – 2 grandes (unos 400 g) — finamente picado; núcleo aromático para dulzura y cuerpo.
Zanahorias – 2 medianas (unos 200 g) — cortado en cubitos pequeños; añade dulzura y color.
Tallo de apio – 1 grande — finamente picado; equilibra la dulzura con un amargor suave.
Ajo – 4–5 dientes — picado; añadido después de que las cebollas se ablanden para evitar que se quemen.
Patatas – 4 patatas cerosas medianas (unos 600 g) — peladas y cortadas en trozos de 2-3 cm; ayudan a espesar el guiso y lo hacen más completo como comida.
Pasta de tomate – 2 cucharadas — concentra el sabor y el color del tomate sin hacer que el guiso sea excesivamente ácido.
Tomates triturados o tomate passata – 400 g — forma parte del líquido de cocción y aporta una acidez suave.
Vino blanco seco – 150 ml — desglasa la sartén y da brillo al rico caldo.
Caldo de res o ternera – 800–1000 ml —preferiblemente bajo en sodio; cantidad ajustada para que todo quede cubierto.
Aceite de girasol o aceite neutro – 2 cucharadas —Se utiliza junto con grasa de tocino para que la base no se queme.
Pimentón dulce – 2 cucharadas — clásico en fileki croata; elija un pimentón dulce de buena calidad para obtener un sabor completo.
Pimentón picante o hojuelas de chile suave – ½–1 cucharadita — opcional; ajuste al nivel de calor preferido.
Hojas de laurel – 2 — aportan una suave profundidad herbal durante la cocción a fuego lento.
Mejorana seca – 1 cucharadita — común en los guisos de callos de Europa Central; añade una nota sabrosa y ligeramente floral.
Pimienta negra molida – ½ cucharadita, y un poco más al gusto — equilibra la riqueza y añade calidez.
Sal marina fina – 1½–2 cucharaditas, al gusto —La cantidad depende de la salinidad del tocino y del caldo.
Perejil fresco de hoja plana – 3 cucharadas, finamente picado — se mezcla al final y se esparce por encima.
Vinagre de vino blanco – 1–2 cucharaditas, al gusto — Salpicón opcional al final para realzar los sabores.
Pan blanco crujiente o polenta – para servir — almidones tradicionales para acompañar tripas; pan para mojar o polenta para un plato más sustancioso.
Blanquear los callos – Pon a hervir una olla grande con agua, añade las tiras de callos precocidos y cocina a fuego lento durante 10 minutos. Luego, escúrrelos bien. Esto refresca el sabor y calienta los callos para el guiso.
Secar los callos – Extiende los callos escurridos en una bandeja y sécalos con papel de cocina para que se doren y absorban el sabor más fácilmente en la olla.
Preparar las verduras – Mientras se escurren los callos, picar finamente las cebollas, las zanahorias y el apio, picar el ajo y cortar las patatas en trozos de 2-3 cm.
Derretir el tocino – Coloque una olla grande de fondo grueso a fuego medio, agregue el tocino cortado en cubitos y cocine durante 5 a 7 minutos hasta que la grasa se derrita y los bordes se tornen ligeramente dorados.
Añade el aceite y la cebolla. Incorpore el aceite de girasol, luego añada las cebollas picadas y una pizca de sal y cocine durante 8 a 10 minutos a fuego medio-bajo hasta que estén blandas y de color dorado pálido.
Ablandar las zanahorias y el apio. Agregue las zanahorias y el apio, revolviendo con frecuencia, y cocine durante otros 5 a 7 minutos hasta que las verduras comiencen a ablandarse y pierdan su borde crudo.
Hervir el ajo y el pimentón – Añade el ajo picado y cocina durante 30 segundos. Luego, añade el pimentón dulce y el pimentón picante, removiendo constantemente durante unos 30 segundos más, hasta que desprenda su aroma. Evita que el pimentón se oscurezca, ya que puede amargar.
Tostar la pasta de tomate – Incorpore la pasta de tomate y cocine durante 2 a 3 minutos, revolviendo, hasta que se oscurezca ligeramente y la mezcla huela dulce y concentrada.
Desglasar con vino – Vierta el vino blanco, raspando el fondo de la olla con una cuchara de madera para levantar los trozos dorados y cocine a fuego lento durante 2 a 3 minutos hasta que el aroma del alcohol desaparezca.
Añadir callos y líquidos – Añade los callos blanqueados a la olla, revuelve para cubrirlos con la base de pimentón y tomate, luego vierte los tomates triturados y suficiente caldo para que los callos queden cubiertos.
Sazonar y dejar hervir a fuego lento. Añade hojas de laurel, mejorana, pimienta negra y 1½ cucharadita de sal. Lleva la mezcla a ebullición suave a fuego medio.
Cocine a fuego lento durante un tiempo para que quede tierno. Reduce el fuego a bajo, tapa parcialmente la olla y cocina a fuego lento durante 60–75 minutos, revolviendo cada 15 minutos, hasta que los callos se ablanden y el caldo espese un poco.
Añadir las patatas – Incorpore los trozos de papa y agregue un poco más de caldo o agua si es necesario para que todo quede sumergido nuevamente, luego vuelva a hervir a fuego lento.
Terminar de cocinar – Cocine a fuego lento durante 25-35 minutos más, sin tapar o parcialmente tapado, hasta que las patatas estén tiernas y el guiso adquiera una consistencia rica y ligeramente brillante. La superficie debe mostrar pequeñas gotas de grasa anaranjada del pimentón y el tocino.
Ajustar el condimento y la acidez. Pruebe el guiso y ajuste la sal y la pimienta. Si el sabor le resulta intenso, añada 1 o 2 cucharaditas de vinagre de vino blanco, probando después de cada adición.
Descansar y decorar – Retire la olla del fuego y deje reposar el guiso de 10 a 15 minutos. Incorpore la mayor parte del perejil picado, reservando un poco para servir.
Atender - Sirva el guiso de tripa en tazones tibios, espolvoree con el perejil restante y sirva con pan crujiente o polenta suave al lado.
Valores aproximados para una de seis porciones, basados en datos de referencia típicos para callos cocidos, papas, tocino y verduras en un caldo de tomate y pimentón.
| Nutritivo | Cantidad aproximada por ración |
|---|---|
| Calorías | ~400 kcal |
| Carbohidratos | ~24 gramos |
| Proteína | ~30 gramos |
| Gordo | ~17 gramos |
| Fibra | ~4 gramos |
| Sodio | ~900 mg |
| Alérgenos clave | Ninguno inherente; verifique el caldo y la carne curada para detectar trazas de gluten; cerdo presente a través del tocino/panceta |
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