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El Blunzengröstl, o Gröstl mit Blutwurst, es un plato tradicional austriaco que ejemplifica la afinidad del país por la cocina rústica, sustanciosa y reconfortante. Profundamente arraigado en la historia culinaria austriaca, este plato consiste en una especie de picadillo de patatas y salchichas salteadas. Tradicionalmente, el Blunzngröstl era un alimento básico para las zonas rurales y los agricultores, ya que era una comida económica y sustanciosa que aprovechaba cada parte del animal. Sigue siendo un plato popular en la gastronomía austriaca, y tanto residentes como turistas aprecian sus ricos sabores y su agradable textura.
4
porciones15
minutos25
minutos450
kcalEl Blunzngröstl es más que un simple plato de morcilla, patatas y cebollas: es un himno silencioso a la supervivencia, al ahorro y al sabor extraído de los ingredientes más humildes. Nacido en las cocinas nevadas de Austria, este plato tiene esa presencia que llena una habitación antes de dar el primer bocado. Se empieza con patatas, hervidas hasta que apenas se ablanden, luego peladas y cortadas en rodajas gruesas; aquí no hay necesidad de perfección. Las cebollas se ablandan en grasa de cerdo o mantequilla, adquiriendo un dulce dorado, ese dulzor que solo el tiempo puede ofrecer. Luego viene el Blunzn, o morcilla, cuya tripa se retira como un abrigo de invierno en la puerta. Se rompe suavemente en la sartén, se mezcla con las patatas con mejorana, pimienta negra y alcaravea: un aroma que te transporta a casa, incluso si nunca has estado en uno como este. Un huevo frito, soleado y tembloroso, corona la pila, con la yema lista para derramarse por las grietas como oro fundido. Algunos esparcen perejil, otros añaden vinagre o chucrut para suavizar la textura. La morcilla puede sustituir a la Blunzn. Es una comida para después de funerales y cosechas por igual, un plato que se te pega a las costillas y a la memoria. Las sobras rara vez sobreviven a la noche, pero si lo hacen, están igual de ricas al día siguiente, quizás incluso mejores.
500 g de patatas (preferiblemente de variedad cerosa)
300 g de morcilla (Blunzn)
1 cebolla grande, finamente rebanada
2 dientes de ajo picados
2 cucharadas de manteca de cerdo o mantequilla
1 cucharadita de semillas de alcaravea (opcional)
1 cucharadita de mejorana
Sal y pimienta negra al gusto.
Perejil fresco, finamente picado (para decorar)
1 huevo por porción (opcional, para cubrir huevos fritos)
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