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Le Monêtier-les-Bains, municipio de 968 habitantes en 2022, se alza a 1500 metros sobre el nivel del mar en el departamento de Altos Alpes, al sureste de Francia. Con una extensión de 9787 hectáreas entre los macizos de Cerces y Écrins, ocupa el alto valle del Guisane, al pie de las sierras de Galibier y Combeynot, a caballo entre el paralelo 45 norte, equidistante del ecuador y el Polo Norte. Limitado con La Salle-les-Alpes, Pelvoux, Villar-d'Arêne, La Grave, Névache y Valloire, y enclavado en la periferia del Parque Nacional de Écrins, este pueblo combina un histórico legado hidrotermal con actividades de montaña durante todo el año.
Desde la antigüedad, las aguas termales definieron su identidad. Conocidas en los itinerarios romanos como Stabatio, o "curativas", en el siglo II, sus dos manantiales —uno a 34 °C y otro a 38 °C— han atraído visitantes durante casi dos milenios. Un pabellón circular construido en 1715 para albergar la principal fuente de agua caliente le dio al asentamiento su nombre moderno y consolidó su reputación durante los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, las instalaciones termales se vieron afectadas durante el siglo XX hasta la inauguración de Les Grands Bains en agosto de 2008, un complejo de piscinas climatizadas naturalmente a 37 °C que ofrecía tratamientos terapéuticos y de belleza. Este resurgimiento restauró una tradición de medio siglo y generó aproximadamente cincuenta empleos locales en los sectores del bienestar, el mantenimiento y la hostelería.
El invierno trae consigo un capítulo de contrastes en los deportes alpinos. Como el pueblo más alto del dominio esquiable de Serre Chevalier, Le Monêtier-les-Bains ofrece acceso a pistas que alcanzan los 2760 metros de altitud. Siete telesillas y cuatro telesillas cubren las pistas que se extienden por los macizos de Cerces y Écrins. Originalmente administrada por el municipio, la estación pasó a formar parte de la red de la Compagnie des Alpes en la década de 1980 bajo la denominación Serre Chevalier. Las cuencas glaciares y las pistas arboladas del terreno acogen a esquiadores de distintos niveles, mientras que la base eólico-termal del centro del pueblo ofrece baños reparadores tras días de esquiar en pistas nevadas.
En verano, la comuna disfruta del encanto del Parque Nacional de Écrins. Las rutas de senderismo ascienden desde la aldea de Casset y su oficina de información del parque hasta prados de alta montaña y circos glaciares. Los montañeros más experimentados se dirigen a la Aiguillette du Lauzet, cuyas vías ferratas y rutas de escalada con cuerda fija se alzan sobre la ruta al Col du Lautaret a 2090 metros. Un panorama se despliega sobre el valle de Romanche al oeste y el departamento de Isère más allá. La red de lagos de montaña —el Grand Lac a 2282 metros en la margen izquierda del Guisane; los lagos de Ponsonnière y Crouserocs más arriba; el lago de Douche a 1900 metros; y el más aislado lago de Combeynot a 2530 metros— ofrece circuitos que van desde los más apacibles y pastorales hasta los más agrestes por los glaciares.
Climatológicamente, la comuna registra un régimen continental húmedo (Köppen Dfb), moderado por la altitud. Entre 1971 y 2000, la temperatura media anual se situó en 6,3 °C, ascendiendo a 6,7 °C en el período 1991-2020, según datos de Météo-France. La precipitación anual media oscila entre 860 mm y 902 mm, con un máximo en octubre y un descenso a mediados del verano. El mes más cálido, julio, registra temperaturas medias cercanas a los 15,9 °C, mientras que la media de enero desciende a -2,7 °C. Entre los extremos se incluyen una temperatura máxima récord de 34,0 °C el 3 de agosto de 1947 y la mínima registrada, -25,0 °C el 10 de enero de 1945; más recientemente, se alcanzaron los 34,0 °C el 18 de julio de 2023 en la estación de la ciudad.
La administración y la demografía han evolucionado junto con los ciclos económicos. Históricamente sede de su cantón, que abarca La Salle-les-Alpes y Saint-Chaffrey, la comuna pertenece ahora al cantón de Briançon-1. Su población ha fluctuado a lo largo de los siglos, con el primer censo moderno exhaustivo en 2007 y un ligero descenso del 6,92 % entre 2016 y 2022. La agricultura persiste como ocupación secundaria: catorce ganaderos locales cuidan excelentes rebaños de ovejas y vacas, de los que se elaboran quesos orgánicos artesanales. El segundo sábado de septiembre se celebra una feria ganadera que atrae a ganaderos de los Altos Alpes y compradores de Saboya y Auvernia, lo que pone de relieve una tradición rural viva.
Culturalmente, Le Monêtier-les-Bains conserva monumentos arquitectónicos que dan testimonio de su rica historia. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XV —antiguo priorato dependiente de Bréma y posteriormente de la Abadía de Novalesa— conserva su nave y órgano originales, y su campanario fue reconstruido en 1617 tras los daños sufridos durante el asedio de 1587 por el gobernador de Briançon. Cerca de allí, la iglesia de Saint-Claude en Casset evoca la tradición vernácula del siglo XVII con su imponente campanario. Los frescos de las capillas de Saint-Martin y Saint-André, ambas declaradas monumentos históricos, revelan iconografía religiosa medieval. El Museo de Arte Sacro, ubicado en la capilla de Saint-Pierre, exhibe estatuas policromadas, tapices de Aubusson y una cruz procesional del siglo XV.
El territorio abarca aldeas con un carácter distintivo: Freyssinet, con sus bosques a 1460 metros de altitud; Guibertes, con su iglesia del Espíritu Santo y sus estatuas de madera dorada, a 1440 metros; y Lauzet, a 1668 metros, a caballo entre las zonas alpinas interna y externa. Serre-Barbin y Boussardes se encuentran en las laderas del valle medio, mientras que Lautaret se encuentra a 2090 metros en la histórica carretera del puerto que une Briançon con Grenoble. El puerto de Galibier, que da a Saboya, ha figurado repetidamente en el Tour de Francia (1996, 1999, 2000, 2003, 2005, 2007, 2008 y, tan recientemente como la decimoctava etapa de 2011, a 20 kilómetros de la meta), consolidando el renombre deportivo de la zona.
El Col du Lautaret también marca una frontera climática: un límite entre los ecosistemas de los Alpes del Norte y del Sur. Sus extensas praderas inclinadas y sus cumbres rocosas enmarcan una flora contrastante, mientras que el propio camino ha guiado a peregrinos, comerciantes y ejércitos desde la antigüedad romana. En la aldea de Casset, una casa del parque extiende la filosofía de conservación del Parque Nacional de Écrins al pueblo del valle, ofreciendo exposiciones sobre fauna, geología y ecología de montaña.
Le Monêtier-les-Bains integra el antiguo patrimonio hidrotermal con la vida montañera contemporánea. Su industria termal, renovada en el siglo XXI con Les Grands Bains, complementa la práctica de deportes alpinos durante todo el año y la agricultura pastoral. Un entramado cultural de iglesias, capillas, frescos y un museo de arte sacro subraya el compromiso de preservar el entorno construido con la misma atención que su entorno natural. Ya sea medido por la cresta de una pista de esquí, la profundidad de un lago de montaña o la suave calidez de un manantial sulfuroso, este municipio es un testimonio de resiliencia y adaptación en las inmediaciones de los extremos de la alta montaña.
En su bienvenida a la tranquilidad y al desafío por igual, Le Monêtier-les-Bains transmite una armonía perdurable entre el esfuerzo humano y los contornos montañosos. El priorato medieval, el pabellón termal renovado, la vía ferrata que se extiende sobre acantilados de granito, todo ello da testimonio de un diálogo en constante evolución con el terreno y la tradición. A 1500 metros de altitud, donde el aire se enrarece y los horizontes se expanden, el pueblo perdura como un enclave elevado de aguas curativas y aspiración alpina, equidistante no solo del polo y el ecuador, sino también entre el pasado y el futuro.
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